Por: Susana Gómez Ruiz
En el capitalismo las mujeres trabajamos tanto fuera, como dentro de casa, con jornadas diarias de 14 o más horas, la mayoría no remuneradas. Cuando trabajamos fuera de casa a cambio de un salario, somos explotadas por el capital de forma más brutal que nuestros compañeros, ya que cobramos en promedio 30% menos por igual trabajo. Cuando trabajamos en casa, realizando eso que llaman trabajo doméstico, o de forma más cínica «nuestras labores», el sistema capitalista patriarcal nos echa sobre la espalda una «sobrejornada» de cuatro o seis horas diarias. Durante estas horas contribuimos a la reproducción de la mercancía más importante para el capitalismo, la fuerza de trabajo, y el capital se apropia de ese trabajo sin pagarnos nada.
Como feministas socialistas creemos que para combatir esta doble explotación, además de socializar la propiedad y la gestión de los grandes medios de producción, hay que avanzar en la socialización del trabajo doméstico.
Socializar el trabajo doméstico significa «sacarlo de casa», realizarlo en colectivo, convertirlo en industria social. Implica que esas mismas actividades que cada mujer realiza de forma individual, recluida, sin medios técnicos y que suponen sobrejornadas excesivas que consumen su energía y su vida, sean asumidas por el conjunto de la sociedad. Significa racionalizarlo y convertirlo en una industria socialista que incorpore todos los avances técnicos y científicos y aproveche los progresos que suponen la planificación colectiva y la gestión socialista y, en la que hombres y mujeres puedan trabajar con plenos derechos sociales y laborales.

Como feministas socialistas creemos que para combatir esta doble explotación, además de socializar la propiedad y la gestión de los grandes medios de producción, hay que avanzar en la socialización del trabajo doméstico.
Socializar el trabajo doméstico significa «sacarlo de casa», realizarlo en colectivo, convertirlo en industria social. Implica que esas mismas actividades que cada mujer realiza de forma individual, recluida, sin medios técnicos y que suponen sobrejornadas excesivas que consumen su energía y su vida, sean asumidas por el conjunto de la sociedad. Significa racionalizarlo y convertirlo en una industria socialista que incorpore todos los avances técnicos y científicos y aproveche los progresos que suponen la planificación colectiva y la gestión socialista y, en la que hombres y mujeres puedan trabajar con plenos derechos sociales y laborales.
El capitalismo ya socializó a través del mercado una parte del trabajo que antes realizaban las mujeres en el hogar, como la actividad textil, la alimentaria o la educación y el cuidado de niñ@s y ancian@s, pero el alcance de estos bienes y servicios sólo llega a los sectores de ingresos suficientes para pagarlos, ya que su producción sigue la lógica de la acumulación del capital.
En el socialismo, sin embargo, la socialización del trabajo doméstico debe estar basada en una planificación colectiva del tiempo social de trabajo y en una óptima y justa satisfacción de las necesidades sociales. Crear restaurantes y lavanderías socialistas en los Consejos Comunales, masificar los simoncitos con horarios extendidos, organizar casas socialistas de cuidado y recreo de l@s adult@s mayores, o construir ludotecas comunales para l@s niñ@s son pasos necesarias en la construcción del socialismo, que posibilitan cambiar las políticas paternalistas de subsidio a la pobreza, por políticas de generación de empleo productivo de un impacto social extraordinario y cuya inversión se ve compensada por el importante ahorro de tiempo social de trabajo y el consecuente aumento de la productividad social de la nación y, además, ayudan a independizar a las comunidades de los circuitos mercantiles del capital privado.
En el socialismo, sin embargo, la socialización del trabajo doméstico debe estar basada en una planificación colectiva del tiempo social de trabajo y en una óptima y justa satisfacción de las necesidades sociales. Crear restaurantes y lavanderías socialistas en los Consejos Comunales, masificar los simoncitos con horarios extendidos, organizar casas socialistas de cuidado y recreo de l@s adult@s mayores, o construir ludotecas comunales para l@s niñ@s son pasos necesarias en la construcción del socialismo, que posibilitan cambiar las políticas paternalistas de subsidio a la pobreza, por políticas de generación de empleo productivo de un impacto social extraordinario y cuya inversión se ve compensada por el importante ahorro de tiempo social de trabajo y el consecuente aumento de la productividad social de la nación y, además, ayudan a independizar a las comunidades de los circuitos mercantiles del capital privado.
0 comentarios:
Publicar un comentario