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lunes, 23 de julio de 2012

Revolucionando nuestra Sexualidad

Por Eglims Peñuela

Muchas veces, al escuchar «educación sexual» lo primero en venirse a nuestras cabezas son temas como: el embarazo precoz, la anticoncepción, las enfermedades de transmisión sexual, etc. Si bien esos temas constituyen una problemática importante de afrontar, es preocupante que se encierre la sexualidad sólo en ello, en ciertos patrones que sólo nos limitan y condenan. Y al mismo tiempo es inaceptable que esto ocurra adentro de las organizaciones revolucionarias, pues son ellas mismas las que tienen el deber de luchar y acabar con estos estereotipos.
Empecemos por analizar un aspecto fundamental para poder desarmar todos estos patrones que nos han impuesto: las profundas diferencias entre sexualidad y reproducción. Desde muy pequeños, el sistema capitalista-patriarcal se ha encargado de hacernos creer que la manera correcta y «normal» de ejercer nuestra sexualidad es encerrándola en la reproducción. Por ejemplo, aceptando sólo las parejas heterosexuales, limitando las relaciones sexuales al coito vaginal, rechazando la masturbación y prohibiendo la libre elección de las mujeres de interrumpir embarazos no deseados, entre otras.
No hace falta decir aquí qué es necesario para que se dé la reproducción humana, pero sí es necesario decir que nuestra sexualidad va mucho más allá de ella. Nuestra sexualidad está en todo nuestro cuerpo, en nuestra mente, en nuestros sentimientos, hasta en nuestra imaginación. No tiene edad, está en la ternura, en los antojos, en el amor, en la amistad, en el compañerismo. Sería atentar contra nosotr@s mism@s encerrar nuestra sexualidad en esos viejos patrones impuestos. Al no luchar en contra de ellos nos volvemos cómplices, al aguantarnos ser discriminados y dejar que otros lo sean, al permitir que la infancia de la nueva patria que estamos construyendo quede encerrada también en estos estereotipos, ¿y si hacemos esto no estamos siendo retrógrad@s y contrarrevolucionari@s?
Para decir más, si en Venezuela contáramos con una educación sexual liberadora, de calidad y obligatoria, muchos de los problemas por los que hoy atravesamos en esta materia no ocurrirían. Debemos comenzar por construir desde la infancia responsabilidad en las relaciones sexuales, respetándose y cuidándose a sí mism@ y los demás; también es necesario aceptar y enseñar la masturbación como método de alcanzar satisfacción sexual, dejar de construir etiquetas dañinas que nos clasifican y encierran en «hétero», «homo», «bi», limitando la naturaleza sexual del ser humano en solamente un grupo.
Esta es una lucha fundamental de toda persona que se considere revolucionari@ y feminista, no pertenece a un sector –somos tod@s l@s afectad@s–, una sexualidad libre y liberadora es imprescindible e impostergable en la construcción de una sociedad nueva. Revolucionémonos, revolucionemos nuestra sexualidad, revolucionemos la revolución.

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